"no creyeron en las bondades del sistemita fueron los militares y policías que siguen con su sistema de reparto en la Cajas de Previsión de siempre"
Nada que no creyeron en el sistemita, el asunto pasa por la "seguridad Nacional" y lo saben, sino existiese una labor desquiciada, ratera, y obstruccionista , por parte de la izquierda, hace rato que se habría reformado también el asunto de previsión de las FF.AA., y de Orden. Pero el gobierno en manos de la izquierda es un peligro para la defensa de la soberanía nacional... ya vendrán tiempos mejores.
En Chile, el sistema previsional de las Fuerzas Armadas mantiene el antiguo esquema de reparto solidario que existió para todo el país hasta 1980, cuando se introdujo el sistema de pensiones y de salud privado, al que no fueron traspasados los uniformados. Así el Ejército, la Armada y la Aviación se mantuvieron en la Caja de Previsión de la Defensa Nacional (Capredena), en tanto que Carabineros, Investigaciones y Gendarmería, en la Dirección Previsional de Carabineros (Dipreca).
Las pensiones que se le pagan al personal castrense son financiadas por aportes estatales cubiertos por el Presupuesto Nacional, por las cotizaciones de los afiliados y por los descuentos del personal en retiro, quienes siguen imponiendo el 6 por ciento de su pensión, lo que no ocurre con los civiles, que cesan automáticamente de aportar el 10 por ciento a las AFPs cuando jubilan.
En caso de Capredena, la subvención del fisco llega a 83,7 por ciento, mientras que en Dipreca, esta suma 83,4 por ciento del total.
La consultora Lavados y Cifuentes, con cuyas cifras trabajan varios parlamentarios, estima que el sistema previsional de las FF.AA. le demandará a las arcas fiscales en 2003 unos 900 millones de dólares (Capredena US$ 580 millones y Dipreca US$ 319 millones), lo que significa aproximadamente el 1,3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) del país estimado para el período 1999-2037. Un déficit que ascenderá a 1.200 millones de dólares en 2006 y se disparará a 2.700 millones de dólares en 2030, si no se introducen modificaciones.
El cuantioso aporte fiscal se explica porque la carrera militar es más corta que la civil y, por tanto, los uniformados se jubilan a más temprana edad y con menos cotizaciones. El fisco ha debido año a año completar las pensiones del personal castrense.
LA JUSTIFICACIÓN MILITAR
En fuentes militares, en tanto, defienden a brazo partido las particularidades del sistema. Explican que sus sueldos son más bajos que los del mercado, que deben tener ciento por ciento de disponibilidad horaria, que no tienen horas extra ni menos derecho a huelga. Su riesgo de muerte o de quedar inválidos es mucho más alto comparado con el de los civiles, por lo que un seguro contra estos imprevistos sería bastante más caro que el que actualmente garantizan las AFPs.
Es cierto que trabajan menos años que los civiles, por lo que ahorran menos para su pensión, pero advierten que no eligen cuándo retirarse. Si el uniformado debe dejar la institución antes de cumplir 20 años de servicio, sólo recibe un bono de reconocimiento que se traspasa al sistema de AFPs.
La estructura piramidal de las Fuerzas Armadas obliga al personal activo a pasar a retiro a una edad promedio de 47 años, ocho años menos de la media que alcanza la jubilación en el sistema privado. Para compensar estos tempranos retiros obligatorios, el Estado les asegura un conjunto de beneficios previsionales y laborales que funcionan como incentivos para que los jóvenes entren en la carrera militar. Esto se traduce en sistemas de salud especiales, colegios financiados o subvencionados por la institución para los hijos de los funcionarios y casas fiscales para uso exclusivo del personal castrense.
Al interior de las ramas explican que el problema radica en que estos beneficios son administrados por la misma entidad, lo que produce una mezcla de funciones que afecta la eficiencia del sistema. Capredena paga las pensiones, pero también los desahucios y las indemnizaciones por fallecimiento, lo que no ocurre en el sistema de AFPs.
El gobierno
Existe conciencia de que no puede avanzar demasiado, debido a las especificidades de la carrera militar. Por ejemplo, un capitán experto en artillería antiaérea difícilmente tendrá cabida en el mundo civil, por lo que su pensión debe ser lo suficientemente atractiva como para mantener su nivel de vida fuera de las filas castrenses, aunque en el Plan de Modernización del Ejército y la Armada se contempla que algunos estudios militares sean equiparables a una carrera universitaria.
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